La gente llegó temprano y en paz. Un público promedio de 30 años, combinado entre viejos fans y aquellos que jamás habían visto a Soda Stereo, concurrió temprano para disfrutar la resurrección del trío que hizo historia no solo en el rock nacional, sino también en el rock latino.
A partir de las 20hs., los desopilantes scketch de Diego Capussotto, adaptado de su ya popular programa de televisión insistían en encontrar la vinculación entre el justicialismo y las letras de Soda. A las 21, el trío desató el fervor de las masas con “Juegos de seducción”. Lejos de apelar a los hits de movida, Soda prefirió un crecimiento lento del clima festivo y desempolvó olvidadas canciones como “Teleká” e “Imágenes retro”. Se los veía relajados y en control de la situación aunque el recital tardó en tomar temperatura.
Eso sucedió cuando Gustavo Cerati dijo las palabras máginas: “Buenos Aires”. “La ciudad de la furia” provocó el primer canto colectivo de la noche, y fue seguida por “Picnic en el 4°B”, a la que engancharon “Cuando pase el temblor”. Después aquietaron las aguas con “Corazón delator”.
La puesta en escena fue impecable con un escenario diseñado especialmente por Martin Phillips (conocido por sus trabajos con Daft Punk y Nine Inch Nails) que se centró en el concepto de trío con tres pantallas verticales y tres parrillas circulares que reflejaban las luces. Quizás al sonido le haya faltado nitidez y un poco de potencia, pero eso no empañó el concierto. Son cosas que se ajustarán con el correr de los shows.
Soda Stereo recorrió de manera no lineal todos sus discos. Dynamo estuvo presente con “Texturas”, “Fue” y “Primavera cero”; Signos aportó el tema homónimo, “En camino” (“un tema que hemos tocado muy poco”, según explicó Cerati), el célebre “Persiana americana” y “No existes”, una de las mejores interpretaciones de la noche.
El tramo final estuvo presidido por temas de Canción Animal, como “Sueles dejarme solo”, “En el séptimo día” y “De música ligera”, que desató la alegría de todos los seguidores en pogo no violento. Después llegaron los bises entre los que estuvieron “Disco eterno”, “Prófugos” y “Nada personal”.
Charly Alberti, Zeta Bosio y Gustavo Cerati lucían completamente exhaustos cuando llegó el último acorde, pero se veían radiantes, satisfechos de la misión cumplida. Era tan solo el comienzo: Soda Stereo deberá afrontar 20 shows más, y afinar algunos detalles. Pero ya habían vuelto. Y todos contentos.